domingo, 6 de septiembre de 2020

Capítulo 4


Hilda se comporta de una manera muy coqueta con José algo que al chico le pone muy nervioso:
--yo no tengo inconveniente en hacer un trío pero cobro más caro...
Muy nervioso el chico dice:
--usted no me entendió señorita...
Hilda se le ríe:
--¿de donde has salido tú?
José está atacado:
--ya lo dije, quiero que lo haga con mi amigo... le pagaré lo que sea...
--pues si tu amigo es como tu... mejor no...
José desesperado:
--¡no, no... mi amigo no es como yo... te gustará¡¡
--no me parece muy normal que tú le busques los líos a tu amigo...
--es que es un regalo...
--a bueno... si es así... ¿y cuando sería la cosa?
Hilda se da cuenta que el muchacho esconde algo:
--todo esto me parece muy raro... con los tiempos que corren pues no te puedes fiar de cualquier cosa...
--Si yo me fío de ti y te digo algo confiarás en mi?
--depende...
José es consciente que es muy arriesgado lo que va a hacer pero siente que no tiene otra salida:
--no tengas miedo... yo no te haré daño... estudio para sacerdote...
Hilda lo mira sorprendida:
--¿¿un cura?¡¡eres un cura¡¡
--casi.
Hilda muy alterada:
--ya me lo puedes estar contando todo y me parece que te va a salir muy caro.


Por otro lado, a pesar de los gritos de Leonor de que es tarde y que cuelge, la menor de sus hijas, Mariana sigue hablando por teléfono con su amiga Ana. Las dos están muy nerviosas.
--¿te imaginas si el nuevo profesor está guapo?
Las dos amigas suspiran. Ana es la que está más nerviosa.
--pero yo no creo que tengamos suerte... todos son feos –dice Mariana.
--pero los sustitutos suelen ser jóvenes y guapos... No sé pero dentro de mi algo me dice que mañana voy a conocer el amor de mi vida...
--tu eres una loca, Ana. Además tú lo has dicho... sustituto... será sólo por un par de meses... ¿y luego qué?
--pues que me quiten lo bailao... yo ya quiere dejar de ser una niña... tú y yo somos las únicas de la clase vírgenes y no quiero que se rían de mi...si el profe está guapo yo me lanzo...
Mariana se escandaliza:
--no puedes hablar en serio... ¿y si se enteran tus padres?
--¿y como se van a enterar? Tú deberías hacer lo mismo...
Mariana habla muy flojito:
--no, no... mi madre no me lo perdonaría... Yo quiero ser como ella y sólo me entregaré a mi marido en la noche de bodas...
--bueno.. pues ya que no te interesa... por muy guapo que se el profesor ni lo mires...
--te lo regalo y ya cuelgo que mi mamá me está regañando...
Mariana se queda muy pensativa. Sueña con un marido pero no sabe cómo llegará a su vida porque es consciente que le tiene que gustar a su madre.


Hilda está sentada sobre la cama, José muy nervioso le ha contado la historia.
--¿para eso me quieres? ¿para poder seguir engañando a ese pobre chico?
--tengo derecho a ser feliz...
--sí pero ¿con mentiras?
--te pagaré bien... No es peor de lo que haces normalmente...
--pero yo no engaño...
--Lo harás feliz..
--pero ¿porqué no luchas por lo que quieres? No pasa nada porque seas gay...
--A él le gustan las mujeres...
--bueno... busca otro...
--¡no, no...¡¡en mi casa no lo aceptarían... además mi madre quiere que sea sacerdote y yo no le quiero hacer eso¡¡
--¿prefieres mentir? Extraña moral la de los ricos...
--¿Me vas a ayudar?
--sí.
José sonríe feliz.

A la mañana siguiente, todas las chicas de la clase están a la espectativa del nuevo profesor de Ciencias. Y llega Alberto. Un guapísimo hombre de larga melena castaña, con sombrero a lo vaquero y unos estrechos jeans. Se saca el sombrero y sonríe.
--buenos días señoritas... y señores...
Todas suspiran y Mariana no es la expeción. A Ana le fascina ese profesor:
--ese es mi hombre –dice.
Le molesta ver que Mariana no le saca los ojos de encima:
--ey, que me lo prometiste –susurra.
--si claro... si a mi no me gusta... me parece feo –dice Mariana jadeando y suspirando.
Lo devora con los ojos algo que llena de celos a Ana. Quien está también está celoso es Juanfra. Un guapísimo estudiante de 20 años por el que hasta ahora suspiraban todas las chicas. Juanfra ve en el profesor un fuerte rival y eso le molesta.

Más tarde, Hilda y José se ven para comer. Ella lleva gafas de sol. Tiene cara de dormida.
--¿no te sientes bien?
Hilda le sonríe:
--he pasado toda la noche trabajando, recién hace un rato que me acuesto.
--recuerda que en los días que estés con él no debes trabajar.
--tranquilo, con lo que me vas a pagar...
--tengo que contarte todo lo nuestro para que no te falle nada e iremos de compras
--¿porqué?
--necesitas ropa adecuada, tampoco es cuestión de ser una descarada.
--seguro que él es lo que busca. Los hombres se conectan a internet sólo para ponerse cachondos... si me presento sólo querrá sexo y ya no lo vuelves a ver más... ¿no has pensado en eso?
--yo sé que esto no puede durar toda la vida... no quiero pensar.
--¿lo quieres mucho?
--No quiero hablar de eso –dice él incómodo.
--¿y él?
--a la mujer que inventé sí.
--¿y si no le gustó yo? ¿y si le dices la verdad? Se enamoró de una alma... no de un rostro.
--se enamoró de una mujer... por favor... no me cuestiones... yo sé que no lo haría feliz, porque no le gustan los hombres... sí tú lo puedes hacer feliz unos días, pues me alegro y si se acabó pues se acabó... ya que me ha alegrado durante meses quiero darle el gusto de saber que estuvo con una mujer de verdad.
--¿y que debo hacer con él?
--Lo que le apetezca a él.
--¿ y cuando me lo presento?
--cuando yo crea que estás preparada.





Esa tarde, Carlos, después de nadar, se ducha feliz. Está muy contento, más contento que nunca. Hasta silva y canta pensando en que pronto verá a su amada. Tiene a Jose al lado. Le sonríe.
--¿qué tal?¿como va?
No se dicen nada más pero José está feliz. Sabe que la alegría de aquel chico guapo y por él y eso lo llena de dicha. lo siente muy suyo y le cuesta mucho tenerlo desnudo a su lado y hacer que no lo conoce, que no sabe nada de él, callar que lo ama. Carlos no imagina que ese chico que tiene a su lado es en realidad la mujer que tanto ama.

Días después... José mira a Carlos como se viste con cierta complicidad. Los dos están desnudos en la ducha.
--no imagina lo que le espera –se dice para sí.
José siente deseo al ver a ese chico guapo vestirse e imaginándoselo haciendo el amor con Hilda.
--¿se acostará con ella?¿será de esos y después la dejará? --piensa Jose.
Son muchas las preguntas que se hace pero sabe que hasta aquí y hasta que Hilda se supone que regresa a su país él ya no tiene nada más que hacer y es algo que le entristece pero también piensa que después estarán más unidos.
Carlos sale de la piscina. Hilda se le acerca. Lo mira frente a frente. No esperaba que en persona fuera tan guapo. Él se da cuenta que una chica muy bella lo mira y le sonríe. Esa sonrisa la impacta.
--este trabajo será muy fácil –dice ella.
En el fondo lamenta estar mintiendo pero sabe que ahora es lo que tiene que hacer. Se le acerca a él y sin mucho fingimiento le dice:
--Carlos, mi amor, cuantas ganas que tenía de verte.
Él la mira enamorado:
--¡eres tú¡
No hay tiempo de nada más ya que Hilda lo besa y ambos se funden en un apasionado beso. José los mira atormentado por los celos.


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