domingo, 6 de septiembre de 2020

Capitulo 5




Hilda siente una emoción especial al besar a ese hombre. Nunca nadie la había besado así. Nunca se había sentido así. Carlos la mira entusiasmado:
--¡¡eres tú¡¡¡estás aquí¡¡¡¡eres real¡¡
Carlos no deja de sonreír. Le parece un sueño imposible tener a su lado a esa joven con la que ha compartido tantas horas de ordenador. No deja de acariciarla.
--eres de verdad. Eres de carne y hueso.
Hilda se olvida totalmente del engaño, de que todo es un trabajo. Está siendo ella misma, se está dejando llevar por lo que está sintiendo por ese hombre:
--¿y alguna vez lo dudabas?
Carlos tiene una cara de enamorado que no puede con ella. Está muy ilusionado. Jose los mira de lejos:
--es por mi, se siente así por mi, me está amando a mi.
Aunque sabe que Carlos no lo amaría si supiera quien es en realidad se siente feliz de haber conseguido su amor, de ver a Carlos tan feliz por creer que está con la mujer que él creó. Carlos acaricia a Hilda con cariño:
--eres aún más guapa de lo que yo nunca imaginé, de lo que yo nunca soñé.
Carlos está extasiado. Hilda lo mira coqueta:
--tú en cambio eres tal y como yo te había imaginado.
Carlos sonríe enamorado:
--¿y pensabas mucho en mi?
--estoy aquí –dice ella para salir del paso.
--es tan grande que hayas hecho un viaje tan largo sólo por conocerlo. Eres tú, te tengo delante, después de tantos meses escribiéndote. Creí que este día nunca iba a llegar...
--¿te arrepientes? ¿es mejor o peor de lo que lo imaginaste?
Con el rostro iluminado:
--mejor, claro que es mejor.
La pareja se abraza feliz. Carlos está seguro que está delante del amor de su vida, Hilda nunca se había sentido amada y disfruta mucho en brazos de ese guapísimo joven. Se besan y se besan y se besan. Aunque es feliz por él , Jose se siente frustrado. Se acaricia los labios:
--a mi nunca me besará así... nunca.
Carlos acaricia a Hilda:
--eres tú, eres la chica de mis pensamientos.
Hilda lo acaricia con ternura:
--¿donde has estado todos estos años?¿porqué no nos conocimos antes?
--lo importante es que ya nos conocimos y ahora no nos vamos a separar más--dice él muy enamorado.
Se abrazan. Ambos están feliz, él sonríe emocionado. Ella tiene una mirada triste que trata de ocultar.
--no es verdad. Sólo estarás unos días. No debes sentir nada. Es un trabajo más –se dice ella.
Hilda no quiere sentir todas esas cosas que está sintiendo y disfrutando. No quiero pensar.
--es aquí y ahora --piensa.
Es feliz y quiere disfrutar de su romance como si fuera de verdad. Carlos la mira.
--¿te pasa algo?
--es que nunca había sido tan feliz, nunca un hombre me trató como tú.
--lo tomaré como un halago –dice él sonriente.
--Lo es. Eres tan especial.
--ahora sé que nací para hacerte feliz.
Se vuelven a besar.
--por cierto... aún no sé como te llamas.
--¿ah no?
Divertido Carlos dice:
--no creo que tú nombre sea Cachonda enamorada.
Él la mira seductor. Ella lo acaricia.
--no claro que no... me llamo...
Hilda no había pensado en esa respuesta, no había hablado de eso con Jose. Decide no dar su nombre de oficio y se presenta por su verdadero nombre. Un hombre por el que ya nadie la llama.
--Juliana... me llamo Juliana.
Carlos sonríe y la acaricia:
--Juliana... un bonito nombre para una linda muchacha.
Roza dulcemente los labios de ella:
--te amo, Juliana.
Se besan brevemente. Ella no lo piensa, lo siente y lo dice:
--te amo Carlos.
Entusiasmados se vuelven a besar. José se va contento por ver a su amado feliz y triste porque él no comparte su felicidad con él. Los ve irse con ojos llorosos:
--él ahora es feliz... piensa que en unos días todo volverá a ser como antes y que cuando os volvais a escribir aún estareis más unidos.

Leonor está tumbada en la cama. Manuela está como loca atendiendo las necesidades de su madre.
--un paño, que me duele la cabeza.
--si, madre.
--y un tecito.
--ahora madre.
--el paño se calentó.
--ahora le traigo otro.
--hazme un masaje que me duele las piernas.
Manuela no conoce otra vida que esa y no se plantea sí es lo que quiere hacer siempre o no.
--eres una santa, es una pena que yo tenga mis achaques y tú me tengas que cuidar pero todo el mundo tiene una misión en la vida y a ti Díos te dio la misión más bonita que puede tener un ser humano y es cuidar a su madre. Tú eres una chica tan delicada... no podrías estar con un hombre. Te harían demasiado daño. Los hombres son unos brutos. Haces bien en alejarte de ellos. Hay mujeres que tenemos la misión de ser madre pero soportar a un hombre no siempre es fácil.
--pero padre la quiere mucho.
--ay hija, pero en la intimidad un hombre puede ser un monstruo, que suerte que tu nunca te vas a casar. Vas a ser muy feliz sin preocuparte de tonterías y atendiendo las necesidades de tu madre.
Aunque se pregunta si de verás el amor será tan feo como se lo dice su madre, Manuela siente mucho miedo de los hombres y no quiere desobedecer a su madre y salir del camino que le ha hecho creer que es el que le corresponde.

Hilda y Carlos caminan juntos. Ya ha anochecido. Han pasado apenas unas horas juntos pero sienten que se conocen de toda la vida.
--Es tarde ¿me llevas a mi pension?
--te quedas en mi pension? --él.
--sí, una no muy lejos de la piscina pero ahora no ubico el camino... es que me desconcentré mirándote.
Carlos sonríe enamorado. La besa.
--¿cuando vuelves a tu casa?
--En dos semanas.
Los dos se miran con tristeza porque a ninguno de los dos les apetece pensar en separase. Se miran frente a frente. Se acarician:
--¿y porque no vas a mi casa?
--¿a tu casa?
Él tiene miedo que la chica se ofende pero se la quiere jugar:
--si solo vamos a estar quince días juntos quiero que sean inolvidables. No quiero separarme de ti ni un instanteno quiero perder el tiempo.
--ni yo.
Carlos la lleve a su apartamento. Se miran frente a al cama. Él está más nervioso que ella que se lo toma todo con naturalidad.
--solo hay una cama. --dice Hilda coqueta.
--¿te importa? --dice él con la voz temblando.
--no –dice ella desnudándose.
Él traga saliva. No se atreve a decir nada, a hacer nada. Se queda inmóvil. Hilda le desabrocha la camisa, le acaricia el pecho.
--eres tan fuerte, tan guapo, tan varonil.
Lo besa, le come los pezones. Él se estremece. Con mucha dulzura y pasión ella lo lleva a la cama. Lo tumba en ella.
--esta noche va a ser inolvidable para los dos –dice ella bajándole los pantalones.

Jose está en las habitaciones del seminario. No puede dormir aunque ya es la hora. Da vueltas sobre la cama. Piensa en Carlos. En su cuerpo desnudo. Mientras Hilda y Carlos hacen furiosamente el amor Jose no deja de pensar en sus encuentros en la ducha y en lo mucho que le gustaría estar en el lugar de Hilda.
--¡¡están juntos, están juntos¡
Se pregunta lo que estarán haciendo.
--¿se acostarán? si claro. Ella es una prostituta y él es hombre. Además tendría que ser tonta para no aprovechar la ocasión de tener un hombre como ése. Ella que puede y es que las hay con suerte.
Aunque se dice que será la última vez no puede evitar masturbarse pensando en el cuerpo desnudo de Carlos. Luego vienen las culpas. Los remordimientos. Se fustiga asegurando que no lo volverá a hacer y reza pidiendo por como es, por lo que siente.

Aprovechando que todos duermen en su casa, Leonor se va. En su apartamento se maquilla, se viste a lo roquera. Pronto está compartiendo el lecho con Juan, su amante de turno.

Mientras, Hilda y Carlos reposan desnudos el uno en brazos del otro. Se miran y se acarician con mucho amor:
--¿feliz.? --él.
--mucho. Ha sido como la primera vez. Nunca me sentí así. ¿ y tú? ¿eres feliz?
Él la mira enamorado:
--hoy he vuelto a nacer.
Y se besan y se acarician y se vuelven a amar.











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