lunes, 7 de septiembre de 2020

Capitulo 6






Carlos e Hilda se abrazan felices tras hacen el amor. Se miran muy enamorados.
--¿te puedo hacer una pregunta? –dice ella.
--claro –dice él muy sonriente.
--supongo que virgen no eres pero has estado con pocas mujeres ¿no?
--No… ¡¡como crees¡¡--dice él avergonzado.
--Pero mucha experiencia no tiene
--¿Qué pasa?¿te gustó? –dice sofocado
Hilda lo mira con ternura:
--no es esi, eres un muchacho tan especial Simplemente me extrañó. Te imaginaba con más mundo.
Carlos agacha la cabeza con pena. Ella lo acaricia:
--te quiero--le dice ella sin pensar.
--¡¿Cómo?¡ --pregunta él feliz.
--No me hagas caso. Es una locura.
--dijiste que me querías--dice con ternura.
Hilda lo mira enamorada:
--eso fue lo que sentí. En estas pocas horas que estamos juntos me has hecho la mujer más feliz del mundo.A pesar que no nos conocemos.
--no conocemos de hace mucho.
Hilda se da cuenta que casi mete la pata:
--pero en persona es mejor… ojala no tuviera que separarnos
--No sé… tal ve podrías encontrar un trabajo aquí.
Hilda no lo deja seguir, lo acaricia dulcemente en los labios y le dice:
--no pensemos en el mañana.
El uno se aferra fuertemente al otro.
--nunca me sentí así con una chica. En realidad sí es mi primera vez, es la primera vez que hago el amor. El sexo por sexo no me gusta y es verdad que he tenido pocas mujeres porque buscaba amor y tú me lo has dado. Tú me has enseñado a amar
--Nunca pensé que un hombre me hablaría así--dice ella feliz.
--te quiero Juliana, te quiero
--todo es tan bonito  tengo miedo que al final
Ahora es él quien no la deja acabar:
--no hables del final, no hay final cuando hay amor.
Los dos se besan y se acarician.
--¿Sabes?es la primera vez que tengo novia…
Hilda lo mira emocionada:
--¿Novia? ¿soy tu novia?
--si tu quieres…
Hilda lo abraza feliz:
--Nunca un hombre me había pedido que fuera su novia.
Carlos la mira sorprendido:
--¿¿de veras?? Pero…
Carlos se ha dado cuenta que la muchacha tiene mucha experiencia pero no quiere que ella se sienta mal. No lo dice. Hilda se avergüenza.
--en mi pasado hay muchas cosas que no te gustarían, que ni siquiera a mi me gustan. No sabes como me gustaría ser yo la que no tuviera mucha experiencia. Te envidio.
Carlos la mira con ternura y dice:
--pues si no te gusta tu pasado pues olvídalo. El pasado es pasado y no hay que volver a él. A mi me importa el presente, yo quiero ser el único hombre en tu vida ahora.
Hlda lo mira con cierta culpa, sabe que en un momento y otro tendrá que volver a su pasado. No puedo evitar que se le escape alguna lágrima. Él le acaricia esas lágrimas:
--mi amor, ¿Qué es lo que te pasa?
--que soy muy feliz –dice ella entre lágrimas.
--Te amo, te amo pero temo ser demasiado poco para ti.
Hilda lo acaricia:
--soy yo la que está por debajo de ti.
Él sonríe enamorado:
--el amor nos hace iguales a todos, yo soy feliz a tu lado.
--y yo al tuyo.
--pues que bueno, entonces ya no hay nada más que decir.
Los dos se quedan el uno al lado del otro, se acarician, se miran muy enamorados.

Mientras Jose comienza ya sus actividades en el seminario pero siempre sin dejar de pensar en cómo estará su amado, en lo que estará haciendo. Carlos despierta al lado de Hilda. La mira mientras duerme:
--eres un ángel, un ángel que ha llegado a mi vida para llenarme de dicha. Eres un premio que creo que no merecía, nunca me cansaré a la vida el haberte puesto en mi camino. Si te tengo a ti, ya no necesito nada más.


En clase, todas las alumnas suspiran en clase del guapo Alberto.
--alguna voluntaria para salir a la pizarra? –pregunta él.
Tanto Mariana como Ana se pelean por salir.
--ya salgo yo…
--no yo…
Sus compañeros las miran entre risas. El profesor sorprendido.
--siéntate inmediatamente… --ordena a Mariana Ana.
--no, yo llevo la tarea mejor hecha que tú…
--por lo mismo… así yo aprendo…
--primero aprendes y luego lo muestras…
El guapo profesor no entiende ese enfrentamiento entre las dos alumnas:
--chicas, no discutan. Puede salir primero una y luego la otra…
--yo primera…
--no yo…
Alberto se lleva las manos a la cabeza. Todos se dan cuenta que las dos se han colado del profesor y eso da mucha rabia a Juanfra que se creía el dueño de todas las chicas. Los chicos que se sientan a su vera se le ríen:
--a esa ya las perdiste y es una pena… porque están como quieren…
--todas las tías buenas de la clase deben vivir su primera vez conmigo…
--pues lo llevas crudo…
Juanfra hace una promesa:
--¡¡sea como sea… así será¡¡¡yo seré el primero para esas dos zorras¡¡
Ajena a estas palabras, Mariana y Ana siguen con su particular lucha:
--dijiste que no te interesarías nunca por un profesor y que me lo dejabas a mi –susurra Ana.
--es que una cosa no tiene nada que ver con la otra…
Alberto se ha cansada de la discusión de las dos amigas y un chico ha salido a la pizarra pero las dos amigas, tan concentradas en lo suyo no se han enterado. Alberto se acerca a ellas.
--se puede saber que cuchillean…?
--es que Ana siempre hace mal los ejercicios…
--bueno… a sui sitio…
--¿y el ejercicio?
--su compañero ya lo hacen…
Entonces las dos amigas se miran con rabia y se sientan a empujones.
--es por tu culpa –le reclama Ana flojito.
--¿y yo que hice?
--cómo te sigas metiendo en mi camino le diré a tu mamá que le coqueteas al profesor…
--eso no es cierto…
De repente el profesor mete su cabeza entre ellas:
--si siguen hablando las saco de la clase…
Las dos amigas suspiran al tener tan cerca el rostro de su guapísimo profesor. Alberto sigue con la clase. Mariana y Ana se miran con rivalidad.

Hilda abre los ojos. No encuentra a Carlos a su lado y por un momento cree que todo ha sido un sueño:
--todo era demasiado hermoso como para que fuera real.
--¿que murmura mi princesa? –dice Carlos muy dulce y acercándose a ella con una bandeja con el desayuno en el que incluye una rosa.
Hilda lo mira emocionada:
--Carlos… ¡estás aquí¡
Carlos sonríe:
--claro… vivo aquí.
Hilda lo abraza con desesperación y casi le tira el desayuno:
--nunca fui tan feliz, nunca fui tan feliz
Carlos sonríe por esa muestra de amor de la joven:
--que rico que alguien te dé los buenos días de una manera tan apasionada. Toma te preparé un desayuno que espero que te guste.
--¿todo esto es para mi…?
---para la mujer que amo.
Hilda no está acostumbrada a que la tratan tan bien llora. Él la mira con ternura:
--¿Qué es lo que te pasa? Es que no e gustó mi desayuno.
--no es eso, es que eres muy bueno.
--es que te amo --Carlos.
--y yo a ti.
--pues come
Carlos le muestra la rosa:
--aunque la flor más bella eres tú.
--nunca me habían regalado una rosa dice entre lágrimas
—es que tú y yo nacimos para conocernos y amarnos.
Se besan pero son interrumpidos por el sonido de un celular.
--odio esos aparatos, por eso no tengo.
Hilda no hace nada. Carlos sonríe.
--debe ser tu celular yo no tengo.
Hilda se pone nerviosa al acordarse de que Jose le dio un celular que sólo para ellos dos y el suyo lo dejó en cada. Así que tiene que ser él quien llama.
--¿no vas a tomar la llamada? –Carlos.
Hilda procura controlar sus miedos. Es tan feliz que teme que todo se arruine.

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